El mundo del alpinismo aún sigue convulso por la polémica generada en el Evererst hace tan solo unas semanas y sin tiempo para recuperarse una nueva polémica asoma por el horionte. Continúan las aglomeraciones en las grandes montañas, es el turno del K2.
Cerca de 300 personas entre alpinistas y sherpas tienen una cita en el Campo Base del K2 en los próximos días. El gobierno Pakistaní a concedido 164 permisos de ascensión para la recién estrenada temporada de verano, todos ellos para su ruta normal, el Espolón de los Abruzos. Se esperan cifras record en la montaña donde con mucha probabilidad se superarán las 62 cimas del pasado año.
Comienzan a oírse las primeras quejas de los alpinistas
Como ya pasó en el Everest, son los propios alpinistas quienes están dando la voz de alarma. Es el caso de la alpinista sevillana Lina Quesada, quién en una entrevista concedida a la revista Oxígeno expresaba su preocupación por la situación que se vive en Skardu, donde espera para iniciar el el trekking hacia el Campo Base. Lina es una de esas 164 personas que con muchos temores iniciarán la ascensión al K2 en los próximos días.

Los retrasos y la falta de porteadores son los primeros problemas a los que se enfrentan al inicio de su travesía. El alto número de montañeros contrasta con el escaso número de porteadores y sherpas, poco más de la mitad de los necesarios por las grandes agencias hasta el momento (unos 300), lo que está provocando los primeros retrasos en las expediciones.
Según explica la alpinista sevillana, “La cantidad de alpinistas en el K2 también nos preocupa mucho, en la ruta normal del K2 hay dos secciones muy arriesgadas, la Chimenea House y el Cuello de Botella, dos lugares donde los retrasos o la acumulación de gente pueden convertir la situación en algo muy peligroso. El progreso puede ser muy lento y eso supone que habrá gente llegando tarde a la cumbre y a los diferentes campos de altura”
Las diferencias con el Everest
Hay muchos motivos que explican la diferencia entre el número de pretendientes que tienen cada año ambas montañas. Mientras en el monte Everest se están concediendo una media de 1.000 permisos por temporada, en el K2 no llegan a los 170 mientras que el total de alpinistas que acecharán algún pico de las Karakorum se sitúa en torno a los 450.
Las diferencias son claras y evidentes. Mientras el Everest es una montaña comercializada al máximo, en donde las expediciones comerciales contratan a un buen número de sherpas para que acordonen de principio a fin la montaña con cuerdas fijas que eviten al máximo cualquier posible peligro, en el resto del Himalaya y especialmente en el K2 las cosas son muy distintas. El k2 es para la mayoría de alpinistas profesionales la montaña de las montañas, aquella que todos quieren ascender en verdadero estilo alpino. Es una de las montañas más peligrosas del planeta, y sin unos conocimientos técnicos de primer nivel es imposible sobrevivir en ella. Motivo principal por el cual las expediciones comerciales no han inundado aún sus laderas. A diferencia del Everest, el K2 no es lugar para turistas.